Editor(es): Clément Dirié, Mathieu Copeland.
Autor(es): Gustav Metzger.
Tipo de cubierta: Tapa blanda.
Dimensiones: 132 x 190 mm.
Páginas: 696.
Imágenes: 91 b/n.
Este volumen, que reúne más de 180 textos escritos entre 1953 y 2016, consagra al artista y activista Gustav Metzger (1926-2017) como una figura destacada del siglo XX, un reconocimiento largamente esperado de la influyente visión del artista. Famoso por su uso de materiales inestables y reacciones químicas para crear obras de arte que encarnan procesos de cambio, destrucción y renovación, Metzger también fue un prolífico escritor, teórico y satírico. Su interés por la tecnología y la ciencia lo llevó a crear conceptos como el arte autodestructivo y el arte autocreativo, términos que acuñó en sus manifiestos “Arte autodestructivo” en 1959 y “Arte autocreativo” en 1961. Puso estas ideas en práctica con obras de arte diseñadas para desintegrarse o cambiar siguiendo procesos naturales.
Editada por Mathieu Copeland, curador y amigo de Gustav desde hace mucho tiempo, esta antología de escritos pone a disposición de un público amplio el pensamiento clave de Metzger desde la década de 1950 en adelante. Incluye escritos seminales como sus manifiestos de arte autodestructivo y autocreativo (1959 y 1961), “Sobre la actividad aleatoria en obras de arte materiales/transformadoras” (1964), “La posibilidad de una arquitectura autodestructiva” (1966), su inspiradora entrevista con R. Buckminster Fuller de 1970, “El artista ante el colapso social” (1998), y su manifiesto de legado titulado “Recordar la naturaleza” de 2016, así como críticas de arte, sátiras políticas y transcripciones de conferencias. Su escritura permite una lectura desafiante del período (artístico) contemporáneo tal como lo analiza una de sus figuras más perspicaces: un artista y pensador pionero involucrado en cuestiones ambientales y sociales desde muy temprano.
Nacido en Núremberg de padres judíos polacos, Metzger escapó de la Alemania nazi en el Kindertransport y viajó a Inglaterra en 1939. Como refugiado en la Gran Bretaña de posguerra, se involucró políticamente, se unió a movimientos de protesta y participó en acciones directas por el desarme nuclear. Horrorizado por los usos destructivos de la tecnología, se alejó de su formación tradicional en pintura y escultura y utilizó la creación para «confrontar a la sociedad». Su obra se exhibió en las Serpentine Galleries de Londres en 2009 y en el MAMAC de Niza en 2017.
